Ha comenzado el otoño, mi estación favorita, será por que mi alma en el
fondo es melancólica y se siente bien en otoño, los colores rojizos, los árboles
que se desnudan, los paseos llenos de hojas crujientes, las primeras lluvias…
Quizás sea este fenómeno meteorológico el más nostálgico de todos, el
que inspira la pluma de los poetas, el que te hace soñar con vidas pasadas, o
futuras, Quién en los días de lluvia, no se quede extasiado perdido en sus
pensamientos, mirando una ventana, donde la lluvia se estrella en un millón de
pequeños diamantes, que desaparecen al instante??? Quién no añora en los días
de otoño a un ser querido, un viaje soñado, o un amor prohibido…Quién no repite
sus poemas favoritos, como si fuese ayer mismo cuando los hubiese leído????
Decía Julio Cortazar “En el
aplastamiento de las Gotas”
“Yo no sé, mira, es
terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra
el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como
bofetadas uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto
del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en
mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae,
todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la
ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una
gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada,
una viscosidad en el mármol.
Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.”
Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.”
Y es cierto, es terrible como llueve, cómo el agua, tan necesaria, rompe y destruye a su paso todo lo que el hombre a creado, tal vez, por que la naturaleza, rabiosa, quiere vengarse de esta manera de el trato recibido pero yo prefiero pensar como el gran Federico García Lorca en su poema “Lluvia”
La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.
Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.
Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.
La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.
El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.
Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.
Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.
¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!
¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.
El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentagrama sin clave.
Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte.
¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje!
Después de la tormenta, siempre llega la calma, las nubes se retiran
dejando un ambiente limpio y puro, si aún el astro rey, está en nuestro hemisferio
podemos admirar sus rayos maravillosos, si por el contrario es la luna la que
nos observa , la podemos contemplar nítida y radiante… entonces es cuando
recuerdo lo que Jorge Luis Borges,
escribe sobre la “Lluvia”…
Bruscamente la
tarde se ha aclarado
Porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
Que sin duda sucede en el pasado.
Quien la oye caer ha recobrado
El tiempo en que la suerte venturosa
Le reveló una flor llamada rosa
Y el curioso color del colorado.
Esta lluvia que ciega los cristales
Alegrará en perdidos arrabales
Las negras uvas de una parra en cierto
Patio que ya no existe. La mojada
Tarde me trae la voz, la voz deseada,
De mi padre que vuelve y que no ha muerto.
Porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
Que sin duda sucede en el pasado.
Quien la oye caer ha recobrado
El tiempo en que la suerte venturosa
Le reveló una flor llamada rosa
Y el curioso color del colorado.
Esta lluvia que ciega los cristales
Alegrará en perdidos arrabales
Las negras uvas de una parra en cierto
Patio que ya no existe. La mojada
Tarde me trae la voz, la voz deseada,
De mi padre que vuelve y que no ha muerto.
Cuando éramos pequeñas, cantábamos en el corro, “ El patio de mi casa, es particular, cuando llueve se moja, como los
demás”… pero la lluvia siempre nos provoca más tristeza que alegría, a no
ser que seamos labradores, entonces, la lluvia será un milagro que nos envía
nuestra diosa naturaleza, para paliar las sequedad de los campos, para lavar el
polvo de las hojas de los árboles, para llenar nuestros ríos, lagos y arroyos,
para que salte cantarina por las piedras de las montañas, o como escribía Gabriela
Mistral, para que baje lenta y medrosa… en su “Poema de la Lluvia Lenta”
Esta agua medrosa y
triste,
como un niño que padece,
antes de tocar la tierra
desfallece.
Quieto el árbol, quieto el viento,
¡y en el silencio estupendo,
este fino llanto amargo
cayendo!
El cielo es como un inmenso
corazón que se abre, amargo.
No llueve: es un sangrar lento
y largo.
Dentro del hogar, los hombres
no sienten esta amargura,
este envío de agua triste
de la altura.
Este largo y fatigante
descender de aguas vencidas,
hacia la Tierra yacente
y transida.
Llueve… y como un chacal trágico
la noche acecha en la sierra.
¿Qué va a surgir, en la sombra,
de la Tierra?
¿Dormiréis, mientras afuera
cae, sufriendo, esta agua inerte,
esta agua letal, hermana
de la Muerte?
como un niño que padece,
antes de tocar la tierra
desfallece.
Quieto el árbol, quieto el viento,
¡y en el silencio estupendo,
este fino llanto amargo
cayendo!
El cielo es como un inmenso
corazón que se abre, amargo.
No llueve: es un sangrar lento
y largo.
Dentro del hogar, los hombres
no sienten esta amargura,
este envío de agua triste
de la altura.
Este largo y fatigante
descender de aguas vencidas,
hacia la Tierra yacente
y transida.
Llueve… y como un chacal trágico
la noche acecha en la sierra.
¿Qué va a surgir, en la sombra,
de la Tierra?
¿Dormiréis, mientras afuera
cae, sufriendo, esta agua inerte,
esta agua letal, hermana
de la Muerte?
Y supongo que cuando llueve tan fuerte que el cielo parece un cristal
rayado, o que en los cristales, las gotas, se escurren como lágrimas, y las
nubes y el viento arrecian, es una tarde en la que la vuelve la Melancolía y
las gotas con su ritmo nos repiten, clin, clan, ¿recuerdas?, clin clan Siempre llueve así, clin, clan,
¿recuerdas?, No puedes salir…
Y nuestros cerrados sentimientos, se abren con esta lluvia y esta cae, y cae, sobre el techo
del hogar, y tras la ventana, estamos solos, y la lluvia nos acuna, con su ritmo
de nana, tip, tap, tip, tap…. Y entonces como decía el poeta, nos gustaría
vivir en una casa de cinc, para aprender el lenguaje de la lluvia…
Pero lo mejor de las tardes de lluvia, es ese Recuerdo Infantil, que aún tararea dentro de nuestra cabeza…
Una tarde parda y
fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.
Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
«mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón».
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.
Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
«mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón».
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.
Antonio Machado.